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domingo, 27 de enero de 2013

"Otra historia"


Esta es la muestra de las dos caras de una moneda. Todo el mundo conoce una versión pero ¿y el otro punto de vista? Aquí una historia que nunca te han contado y que podrás asociar a la original.


Estaba perdida en una carretera ya en desuso. A mi derecha, árboles, a mi izquierda más árboles. Todo hasta donde alcanzaba la vista describía una terrible soledad.
   – ¿¡Hay alguien ahí!?

Grité lo más fuerte que pude pero como esperaba solo el sonido de los animales en el bosque me respondió.
   – Por favor, alguien… quiero volver a mi casa…

SILENCIO. SOLEDAD. DESESPERACIÓN.

Lloré gastando las últimas fuerzas que me quedaban. Quería desmayarme, morirme, acabar con todo de una vez, estaba tan agotada que creía y esperaba desvanecerme en cualquier momento pero sin embargo no ocurría.

Maldecía haber decidido salir esa tarde. Era sábado estaba aburrida en casa y cuando unos amigos me propusieron ir al cine no lo pensé y salí sin decirle nada a mis padres. Maldita mi inconsciencia.

Ahora estaba perdida sin saber exactamente que había ocurrido. Recordaba haber entrado en el coche de uno de mis amigos, ya que el cine estaba a las afueras, recordaba haber estado riendo como una tonta mientras nos contábamos chistes entre nosotros y después… nada. El recuerdo que sigue a estos hechos me sitúa aquí en esta desolada carretera. ¿Mis amigos me habrían abandonado? No, tal vez era una broma. Al tiempo los imaginé detrás de los arbustos divirtiéndose de mi confusión.
   – ¿Chicos? – pregunté dubitativa – Si esto es una broma ya esta bien, os habéis divertido bastante.

Nadie me respondió. Empecé a llorar, para colmo mi móvil también había desaparecido y mis voces no eran suficientes para alertar a nadie. Me senté en el suelo sin importarme estar en medio de un camino, rodeé mis brazos alrededor de mis rodillas y así me quedé, desconectada, hasta que alguien pasara por allí y me ayudase.

FRIO. RUIDO.

Eso fue lo primero que sentí antes de deducir que un coche se acercaba a mi posición. Ya casi era de noche por lo que me levanté y me quedé donde estaba, si me apartaba en el arcén el coche tal vez no me vería y no podía perder esa oportunidad. Preparé mi garganta para gritar como no lo había hecho nunca.

La luz de los faros se acercaba, el coche ya estaba allí…
   – ¡Pare! ¡Pare! – grité moviendo los brazos.

El coche dio un frenazo y se paró. La puerta del conductor se abrió y de ella salió un hombre de cuarenta y pico años.
   – ¡Pero que haces ahí! ¿¡Quieres que te mate!?
   – No, lo siento, es que me he perdido…

El hombre pareció relajarse.
   – Pero muchacha que haces en estos lugares de dios, anda sube te llevaré a tu casa.
   – Gracias.

Me subí al coche lo más rápido que pude. Hacía un frío glacial.
   – ¿Te veo pálida estas bien? – me preguntó el hombre cuando ya estábamos en marcha.
   – Es solo que tengo un poco de frío – observé que ponía la calefacción al máximo.
   – ¿Dónde esta tu casa? – era un pregunta evidente.
   – Esta en Carda en la calle Esmeralda.
   – ¡Ah sí! Conozco esa calle – menos mal no quería hacer ahora de guía turística

El hombre no me hizo más preguntas lo que me pareció muy bien ya que no tenía ganas de explicaciones. Reposé mi cabeza en el reposa-cabezas e intenté descansar. Sin embargo no pude. El frío me azotaba más y más lo cual no tenía sentido, y cada vez estaba más atormentada y no sabía por qué.
   – ¿Qué es eso? – exclamó el señor.

Miré hacia delante y pude ver miles de luces azules parpadeantes. Estaba claro que eran coches de policía. Cuando llegamos a ellos tuvimos que parar el coche porque la policía ocupaba todo el carril. Al parecer había ocurrido un accidente, los coches de ambulancia también resonaban de un lado a otro.
   – Espera aquí voy a ver lo que ha ocurrido – me dijo el hombre mientras salía del coche.

Lo vi alejarse entre las brumas de la noche y pronto perdí la visión de su silueta. Intenté relajarme de nuevo pero tampoco me fue posible. Empecé a experimentar un miedo atroz por algo y a la vez por nada pero ¿Qué me estaba pasando?

Solo pasaron unos minutos más hasta que decidí bajar del coche e investigar yo también. No podía estar quieta. Salí y caminé hacia delante. A unos treinta pasos me encontré de frente con el accidente. Según mis deducciones un Ford Focus se había salido de la carretera en una de las curvas y había volcando quedando destrozado. ¿Habría supervivientes? Me acerqué más al suceso y pude ver que había un cuerpo tapado con una manta en el suelo. Me estremecí por él, una salida en coche le había causado la muerte.
   – ¿Han dicho algo los médicos?

Un poco más lejos oí a dos policías que conversaban sobre el suceso.
   – Al parecer – respondió el otro – Los chicos ya han salido de cuidados intensivos están mejorando todos muy favorablemente.
   – Así que al final solo hay una victima mortal – miró al cuerpo que se hallaba en el suelo – Es una pena era muy joven.
   – Sí.

La reunión se dispersó y yo me quedé estática mirando el cadáver. Como un movimiento involuntario me acerqué a él. Me quedé mirando la manta que lo cubría movida por un miedo y una curiosidad irracional. Me incliné a destapar al fallecido sin pensarlo. Mi mano se quedó a medio camino de su objetivo. En la lejanía vi como los policías de antes volvían a su posición. Me esperaba una buena reprimenda.
   – Hace mucho frío esta noche me apetece un café bien caliente.
   – Sí ¿verdad?

Me quedé estupefacta. Los policías habían pasado justamente a mi lado y no me habían dicho nada. Ni siquiera me habían mirado. ¿Es que acaso no les importaba que una desconocida estuviese en mitad de la escena de un homicidio? Eso era imposible. Agitando la cabeza me concentré en ejecutar lo que intentaba hacer antes, ya que nadie me lo había impedido. Sujeté la manta fuertemente con una mano y la levanté.
   – ¡Pero que haces si alguien te ve…! – la voz del conductor resonó en mi pesadilla – Como es posible… ¿Tienes una hermana gemela?

No. No la tenía. El cadáver pálido y demacrado del suelo era yo.

Me quedé sin aire, si es que acaso respiraba todavía. Era imposible que estuviera muerta. ¿Estaba allí no? Pero me encontraba mirando mi propia muerte. No era yo… no era yo… yo estaba viva…
   – Lo siento tanto… – el hombre había hecho sus propias conclusiones creyendo que de verdad mi propio reflejo era mi hermana.

Al verme llorar como lo estaba haciendo se inclinó a mi lado e intento abrazarme para consolarme.

Su mano me atravesó por completo.

   – Es imposible…– el señor se alejó de mi rápidamente.
   – ¡Eh! ¿Que esta haciendo? No puede estar allí – exclamaron los policías.

El conductor totalmente descolocado me señalaba con un dedo mientras se arrastraba por el suelo alejándose de mí.
   – Tú… Tú… – murmuraba.
   – Qué hace; ahí no hay nada – le respondieron los agentes.

Salí corriendo, introduciéndome en el bosque para no salir jamás. Ahora estaba muerta. Era un espíritu errante. Era un alma maldita. No había duda. Pasaría el resto de la eternidad vagando por el mundo de los vivos murmurando en susurros “en esa curva morí yo”.


Para quien no lo haya deducido todavía, esta historia se basa en el mito del fantasma de la carretera. Muchas son las historias que se cuentan por ahí sobre fantasmas que hacen autostop en una carretera solitaria y que tras ser recogidos señalan a sus salvadores el punto de su muerte. Otras historias sin embargo cuentan que en realidad en noches oscuras y nublosas un espectro aparece a través del espejo retrovisor. Yo no es que crea en todo esto (además soy demasiado miedosa) pero me resultó interesante retratar otro punto de la historia. El del fantasma. Él también tiene sus sentimientos ¿no? 

2 comentarios:

  1. Me encanta la nueva visión de algo tan versionado por la nueva innovación de que el fantasma no sabe que es un fantasma y que sus sentimientos los cuenta como si sintiera que está viva. Y también la parte en la que el fantasma se da cuenta de que es un fantasma y lo pasa fatal por lo que se queda unida a la carretera.

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    1. Gracias por dar tu opinión Lucia me alegra que te haya gustado. La verdad es que me gusta salirme de los moldes habituales y ofrecer historias que nadie ha escuchado antes y que sin embargo se relacionan con relatos típicos. Imaginación al poder!! ;D

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